Hola a tod@s:
Creo que es momento para una breve reflexión sobre esta competencia que algunos expertos insisten en implantar en las aulas de nuestro México lindo y querido. Por supuesto, nadie niega que es necesario dar algunos pasos en ese sentido pues los empresarios extranjeros insisten en que ese es uno de nuestros mayores problemas.
Además, quien ha estado en una aula frente a un grupo sabe de lo difícil que es convencer a la mayoría de nuestros alumnos para que trabajen en equipo. Lograrlo sería una panacea para cualquier profesor pues reduciría el tiempo que debe dedicarse a la revisión de trabajos escritos o tareas elaboradas en forma individual.
Caso curioso, casi todos los alumnos que se resisten a integrarse con sus compañeros son quienes obtienen los mejores promedios y se caracterizan por ser modelo de virtudes (digo se resisten, porque aquellos que normalmente no cumplen con sus obligaciones, no tienen el menor empacho para ser parte de un equipo; pues saben que tienen mayores posibilidades de obtener una calificación sin mayor esfuerzo).
Es común presenciar exposiciones en las cuales falta contenido «porque le tocaba a X y no lo hizo o no vino». También trabajos incompletos o reunidos de último momento precariamente; sin portadas, índice o conclusiones. El caso extremo es recibir trabajos realizados individualmente por los alumnos que no pudieron, supieron o quisieron trabajar con los compañeros que conocen como incumplidos. Entonces, ¿qué hacer para lograr el objetivo? Me refiero a la integración de equipos y la supervisión de los trabajos de todos los integrantes. No sólo la repartición de temas u objetos de estudio o investigación; cuestión muy socorrida en nuestra práctica cotidiana.
Bueno, pues creo que el inicio está en nuestras manos. Es decir, para lograr un trabajo verdaderamente colaborativo se requiere que nosostros (formadores de las nuevas generaciones) estemos dispuestos a trabajar en ese sentido. ¿No es curioso que los profesores nos convertimos en los peores alumnos cuando estamos del otro lado? Cuando vamos a los cursos o alguna actividad de actualización incurrimos en los lugares comunes que observamos en nuestros jóvenes:
1. Protestamos por todo. Es más, como ya somos unos expertos, «qué me pueden enseñar.»
2. No queremos movernos de nuestro lugar de confort. Si estamos en aula, me pego a la banca. no quiero integrar equipos.
3. Cuando ya no hubo remedio y estoy con mi equipo, no participo pues los demás no saben lo que yo y no es conveniente desgastarme en explicarles lo que tienen o deben hacer.
4. Muchas veces entregamos la actividad por separado. Si me preguntan, no sé. Si me piden opinión sobre lo discutido «estoy de acuerdo con ustedes«. No sabemos de enriquecer nuestro conocimiento compartiendo y escuchando a los otros mortales. En los cursos en línea nunca respondemos los correos de los compañeros pues tenemos muchas otras ocupaciones. Es paradójico que cuando escuchamos a nuestros alumnos exponer alguna justificación para un trabajo no realizado decimos: «tu primera responsabilidad es la escuela» o «a mi sólo me interesa mi materia».
Obviamente, este problema será trasladado a los salones. Pido a mis alumnos que trabajen en equipo, pero al interior de la planta docente de mi institución (pública o privada) me quejo de mis compañeros. Y al final, como colofón, afirmamos:
«Como no saben trabajar en equipo, por eso yo trabajo solo»
¿Qué tal?